martes, 21 de septiembre de 2010

Gran avance en el tratamiento de la diabetes: crean un páncreas artificial

Dispensador de insulina en pruebas
Una científica británica ha desarrollado un páncreas artificial que puede revolucionar el tratamiento de la diabetes ya que permitiría acabar con las inyecciones diarias que necesitan los diabéticos para controlar los niveles de glucosa.

El páncreas artificial, que aún está sometido a exámenes preclínicos, ha sido creado por la profesora Joan Taylor, de la Universidad De Montfort, en Leicester (Inglaterra). Otros científicos investigan también esa vía de diseño de instrumentos para mejorar la calidad de vida de los enfermos que padecen insuficiencias pancreáticas. Es el caso de la fundación patrocinada por el gigante Johnson & Johnson, que ha diseñado también otro artilugio dispensador de insulina.

Las personas con diabetes o no producen insulina o la que generan no consigue regular los niveles de azúcar, lo que provoca serias complicaciones para el organismo.

Este órgano artificial, del que informa hoy el periódico The Times, tiene una carcasa de metal que se mantiene en su lugar por una barrera de gel y éste responde a los niveles de azúcar en la sangre, ya que genera insulina cuando es necesario.

El órgano podría ser implantado entre la última costilla y la cadera y rellenado de insulina cada pocas semanas. "Me di cuenta que podía utilizar una cierta proteína (que no especifica) para crear un gel que pudiera reaccionar a la glucosa -dijo Taylor-. Cuando es expuesto a los fluidos del cuerpo alrededor de los órganos internos, el gel reacciona de acuerdo con la cantidad de glucosa presente".

"Los altos niveles hacen que el gel se ablande y libere insulina en el torrente sanguíneo", agregó. Si las pruebas resultan exitosas, el páncreas artificial sería una solución simple y barata para los diabéticos, un colectivo cada vez más importante en los países occidentales.

La científica informa de que el órgano experimental no tiene pilas y no sería visible en la superficie de la piel. Taylor y su equipo de colaboradores confían en pasar a las pruebas clínicas en los próximos años y, de tener éstas buenos resultados, el órgano artificial estaría disponible dentro de entre cinco y 10 años.

Fuente: El Periódico

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