viernes, 10 de octubre de 2014

Los lobos negros de Norteamérica

A pesar de que la mayoría de los lobos que solemos ver en documentales, zoológicos o en su medio natural muestran un pelaje grisáceo, lo cierto es que su coloración puede mostrar una amplia gama de tonalidades que van desde el blanco más puro hasta el negro más denso.

Estos últimos son especialmente abundantes en Norteamérica, a diferencia de sus primos del otro lado del Atlántico, en Europa, donde encontrar un lobo negro no es precisamente una tarea fácil. ¿Por qué existen tantos lobos negros en Norteamérica?

Las frecuencias de determinadas tonalidades dentro de las poblaciones de lobos (Canis lupus) varían en dependencia del hábitat donde se encuentren. Así, por ejemplo, las manadas de lobos que viven en la tundra, un ecosistema muy abierto y con plantas de baja estatura, suelen tener una coloración más clara que les permite mezclarse con su entorno y ocultarse así de sus presas habituales, como por ejemplo, el caribú.

Sin embargo, los lobos que habitan en el interior de los bosques contienen un mayor número de individuos de colores oscuros y negros, ideales para ocultarse entre las sombras de los árboles.

La pigmentación oscura, conocida como melanismo, se debe un fenómeno de la mutación que se produce en el gen K. No obstante, pese a que tanto en Norteamérica como en Europa hace miles de años los bosques ocupaban grandes territorios de sus regiones boreales, la diferencia tan abismal entre el número de lobos negros en ambos sitios es ciertamente intrigante. ¿Qué ocurrió?

Según los biólogos que estudiaron esta cuestión, la respuesta al misterio de los lobos negros Norteamericanos parece estar relacionada con apareamientos muy antiguos entre los perros domésticos negros y los lobos grises.

Se ha comprobado que en el pasado, por alguna razón, los humanos se decantaban por criar perros melánicos, es decir, completamente negros, lo que aumentó artificialmente la abundancia del melanismo en las poblaciones de estos animales.

Estos perros antiguos a su vez, según develaron análisis moleculares de lobos negros actuales de Yellowstone, se cruzaban con frecuencia con los lobos grises salvajes, reforzando paulatinamente el melanismo en ellos y, poco a poco, en sus manadas.

Debido a que como hemos dicho, el melanismo es mucho más prevaleciente en Norteamérica que en las poblaciones de lobos europeos, lo más probable es que estos cruces hayan ocurrido en la parte americana.

Este es probablemente el primer ejemplo que se conoce en el que una mutación genética que se originó en una especie doméstica se transfirió y se hizo común en una silvestre estrechamente relacionada.

Los biólogos están de acuerdo en que esto es muy poco común ya que normalmente estas transferencias no proliferan en la naturaleza debido a que el contexto natural es muy diferente al del estado doméstico.

En este caso, los lobos sacaron ventaja de ella y adoptaron la mutación como propia. Esto explica el misterio de la abundancia de estos impresionantes animales que, hoy en día, vagan por tierras norteamericanas.


Fuente | Ojocurioso

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